miércoles, 27 de marzo de 2013

ADICTOS A LA GUERRA: Separaciones de alta conflitividad




Los adictos a la guerra emplean sus energías en mantener vivo el conflicto. Representan un 25% del tipo de parejas que llevan menos de un año divorciadas. Este tipo de relación a los 2 o 3 años del divorcio, se define como una separación de alta conflictividad entre el 8 y 10% de la población. Sus características principales son poca comunicación y un elevado nivel de conflictividad. 

Existen una serie de factores que aumentan la conflictividad en las separaciones y/o divorcios dentro de las familias: 

- El proceso contencioso 

- El consumo de drogas y alcohol 

- Los trastornos de personalidad del grupo B (límite, antisocial, narcisista, histriónico) 

- Los trastornos mentales (bipolar, TDAH, etc.) 

- La conyugalidad no resuelta (mantienen el vínculo a través del conflicto) 

El proceso contencioso, en la mayoría de estos casos, produce los siguientes efectos: 

- Escala y consolida el conflicto 

- Disminuye el civismo entre los miembros de la familia 

- Favorece el estancamiento en posiciones extremas de “blanco o negro” 

- Busca debilidades i no fortalezas de los progenitores 

- Se centra en el derecho de los padres en las necesidades de los niños 

Los indicadores de la alta conflictividad son: 

- Falta de empatía 

- Ausencia de tristeza sobre la pérdida del divorcio 

- Deseo de venganza 

- No contempla la colaboración 

- Habla de la “ex” pareja en 3ª persona 

- No ven nada positivo en el “ex” 

- No reconocen su parte en el problema 

- Falta de límites 

- Persuasión emocional 

- Autojustificación 

- Culpabilización 

Cuando el conflicto persiste en el tiempo, en este tipo de casos se recomienda designar a un Coordinador de Parentalidad (CP). 

¿Qué hace un CP? 

- Recomienda en cómo implementar en los planes de parentalidad 

- Ayuda a modificar los planes de parentalidad 

- Supervisa que se lleven a cabo los detalles del plan de parentalidad 

- Evalúa los momentos de impase de la coparentalidad 

- Propone maneras de distribuir el tiempo 

- Media disputas entre los progenitores 

- Gestiona y promueve la comunicación 

- Deriva a programas específicos, si es necesario 

- Educa sobre las necesidades de los menores (comunicación, gestión de conflictos, etc.) 

- Promueve las relaciones sanas y seguras entre los progenitores y los/as hijos/as 

- Toma decisiones, en caso necesario 

- Coordina a los diferentes profesionales que atienden a la familia 

¿Qué no hace un CP? 

- Asesoramiento legal 

- Psicoterapia 

- Mediación 

- Evaluaciones y diagnósticos periciales para la guarda-custodia 

- Etc.




Via: Sandra Sacristán

Psicóloga Col. nº 13.339



Tipos de relaciones parentales tras el divorcio






Desde la perspectiva de la mediación, y los modelos desde los cuales las parejas se divorcian, Ahrons (1994)[1] distingue entre los compañeros perfectos, los colegas cooperativos, los dúos disueltos, los socios enfadados, y los enemigos ardientes. Así se diferencia:


- Los padres cooperativos: Acuden a mediación porque le sirve para la elaboración de acuerdos de distinta índole. Recogen información y establecen acuerdos. El tono suele ser moderado aunque es necesario estar preparados para los súbitos estallidos de ira o de dolor emocional. Suele ser difícil entender porque sus padres van a divorciarse si se llevan tan bien.


- Semiseparados alejados pero no del todo: Mantienen ambivalencia sobre su voluntad de separarse o divorciarse. Permiten clarificar sus arreglos y expresar incertidumbre, inseguridad y sentimientos contradictorios. Es necesario fijar límites claros y a veces la intervención se basa en abordar temas difíciles que evitarían o eludirían y en dotar de estructura a las discusiones y a manejar temas dolorosos.


- Gerentes Comerciales: Discuten vivamente los aspectos prácticos sin abordar muchos aspectos emocionales. Tendría que ver con la pareja que congenia en forma pasiva. La relación de los consortes parece haberse basado más en la conveniencia mutua y la amistad. Es necesario estar receptivo a señales de dolor que están simuladas bajo una fachada fría.


- Pareja en Conflicto Abierto: Son necesarias técnicas de gestión del conflicto puesto que se dan manifestaciones de ira, gritos y lloros apasionados. Incluyendo el reconocimiento y la reciprocación del enojo. Se canaliza la energía hacia la resolución de los problemas no prolongando una destructiva batalla. Tiene que ver con la pareja en peligro de destrucción o con la pareja habituada al conflicto dependiendo del grado de agresión y el manejo de la energía en el conflicto.


- Conflicto Desplazado: Se transfiere un conflicto subyacente a otro tema como pueden ser los hijos. Puede surgir cuando alguno de ellos tiene un nuevo compañero/a. Admiten que luchan a través de los niños entre ellos. Percibir como todo esto afecta a sus hijos puede motivarlos a arreglar los asuntos pendientes entre ellos.


- Los que no se comunican: La comunicación puede cesar totalmente buscando separadores o distractores que compensen como el trabajo, el ocio, una nueva relación o en diversas áreas a la vez. El silencio expresa muchas veces ira, dolor y sentimientos de rechazo mutuo. Existen reacciones de evitación, retraimiento, ausencia de comunicación explicita y miedo a la confrontación. Los problemas emocionales y prácticos quedan irresueltos y pueden formar nuevas parejas sin que se hayan desanudado los viejos lazos. Si consiguen establecer un puente pasaran al estilo de pareja de semiseparado.


- Pegados a cualquier precio: Suele ocurrir cuando uno de los cónyuges mantiene la vinculación y el contacto emocional con el otro. Son necesarias a veces mediadas de contención, puede ser necesario trabajar el dolor y la cólera agudos y reconocer y legitimar la ira respecto de los sueños malogrados, las desilusiones y la frustración. Es posible negociar algunos acuerdos. A veces son necesarias estrategias de desbloqueo.


- Adictos a la guerra: Se encierran en una guerra permanente y a veces parecen tener una necesidad emocional fuerte en seguir el pleito. Pueden sabotear cualquier progreso ya que quieren la guerra mucho más que el acuerdo. En otras palabras no se bajan del ring. Está relacionada con la pareja en peligro de destrucción, pueden probarse estrategias de desbloqueo. Aunque existen técnicas de intervención efectivas en el tratamiento de estas parejas, dando estructura a la alta energía empleada en el conflicto.



El 38% de las parejas divorciadas corresponden al tipo de padres cooperativos durante el primer año tras la separación. Tras dos o tres años divorciados, la coparentalidad cooperativa es de entre un 25% a un 30%. Planifican juntos la toma de decisiones sobre las cuestiones relacionadas con sus hijos, y ambos padres ofrecen flexibilidad. La mediación familiar favorece este tipo de vínculos, y los promueve entre el resto de tipologías de relación tras la separación.



Via: Sandra Sacristán

Psicóloga Col. nº 13.339






viernes, 15 de marzo de 2013

EL DIVORCIO EMOCIONAL Y LOS LAZOS FAMILIARES CON HIJOS ADOLESCENTES





El divorcio no es considerado un hecho extraordinario, traumático y patológico. Es un ciclo posible dentro de la evolutiva de cualquier vida familiar.
Cuando una pareja decide divorciarse, su primer objetivo a alcanzar es la separación física y dejar la convivencia en el mismo hogar. Instrumentalmente la pareja se separa. Sin embargo, la pareja parental necesita estar más unida que nunca por los hijos. El lazo familiar continua, aunque la pareja se divorcie.

Los principales efectos del divorcio sobre los hijos son:

    -Adaptarse a una nueva organización familiar.
    -Modificar las relaciones entre los miembros del sistema familiar.
    -Convivir con dos estructuras familiares ahora independientes.

Ante esta nueva situación de convivencia familiar, los hijos adolescentes suelen expresar su enfado a través de discusiones con quién convive, ya sea el padre o la madre. Los conflictos de “lealtades” persisten alternando choques y alianzas.





En ocasiones, la pareja divorciada puede encontrarse con dificultades ante la involucración de los hijos adolescentes en las decisiones de los padres. Hay heridas que todavía han quedado abiertas y estas situaciones no benefician que se cicatricen. Se produce un período de emociones difíciles para los involucrados, y cuesta manejar los diferentes sentimientos y su gran intensidad. Cuando esta etapa del divorcio persiste en el tiempo, causando problemas y conflictos emocionales de alta intensidad hablamos de divorcio emocional. La pareja divorciada necesita alternativas, una de ellas es pedir ayuda a algún especialista. Una buena opción es la mediación familiar.

La mediación familiar puede facilitar el fortalecimiento de los vínculos familiares, -especialmente las relaciones padres-hijos y entre hermanos-, y ayudar a reconstruir el sistema parental. Ajustando la realidad para dar espacio a la aceptación y el cumplimiento de las normas familiares. Gestionando el caos que vive el adolescente, si pedirle más de lo que puede dar, y estableciendo estructuras que lo contengan. Mediante el diálogo, los mediadores escuchan activamente y respetan los relatos minuciosos, los silencios, y los ritmos de tiempo de las personas para abordar los temas conflictivos. Todo esto dentro de un marco de confidencialidad.


Via: Sandra Sacristán

Psicóloga Col. nº 13.339